Los acontecimientos de los pasados años han causado que muchas personas comiencen a ver la realidad de los gobiernos que han sido electos. Comenzando con la grandes privatizaciones del patrimonio nacional y la corrupción durante el mandato de Pedro Rosselló; la ineptitud y desastre de Sila Calderón; el atropello de los sindicatos y la imposición de más impuestos a la clase trabajadora de Aníbal Acevedo Vilá; y la entrega total del gobierno en manos de los ricos y el despido de decenas de miles de trabajadores bajo la actual administración de Luis Fortuño; todas estas actuaciones dejan claro que los dos partidos que han ganado el favor del electorado gobiernan para los poderosos con su visión neoliberal.
Por otro lado, existe una tercera agrupación, el Partido Independentista Puertorriqueño, el cual hace años dejó de ser una fuerza política de oposición para convertirse en una franquicia electoral que en lo único que se diferencia de los otros dos partidos es en que no han tenido la oportunidad de administrar el país. Sin embargo, sus acciones de falta de democracia a nivel interno, el atropello a quienes se atrevan a exigir cambios, sus líderes atornillados en las mismas posiciones y su hipocresía respecto a algunos temas dejan bastante claro cuál sería su estilo de gobierno.
Ante este panorama no existe en Puerto Rico una opción política que cientos de miles de ciudadanos puedan apoyar para que haga frente a la embestida de estos gobiernos contra la clase obrera y a la política de privatización que traen entre manos. Hace mucho tiempo el pueblo viene analizando la desventaja que representa para el País el llamado estado libre asociado, así mismo, cada día es más evidente que la supuesta ¨estadidad para los pobres¨ es sólo politiquería del PNP y que el liderato del PIP a pesar de mantenerse siempre del lado de la independencia lo que más le importa es la franquicia electoral, los puestos legislativos donde al igual que rojos y azules gozaron de las criticadas dietas y unos puestos en los organismos electorales. La llamada ¨justicia social¨ es sólo un estribillo de campaña.
Cada día más alejado de aquellas organizaciones existe un pueblo dispuesto a escuchar una nueva oferta, un nuevo estilo y un completo compromiso con el desarrollo de Puerto Rico como nación y la defensa combativa del pueblo trabajador. Cada día el pueblo se organiza en agrupaciones ambientales, sindicales, etc. que luchan para mejorar a Puerto Rico, sin embargo, no existe una organización que las pueda acercar y escuchar. ¿Habrá llegado la hora de que los trabajadores del país decidan conformar su propia organización política? Hoy más que nunca, ante la debacle de los tres partidos tradicionales y el despertar de grandes masas de trabajadores dispuestas a mirar a otro lado es necesaria la creación de un partido obrero.